Placer 19 / Octubre, Noviembre 2007

 

 

 
 

Médoc, la región de los tintos más finos
del mundo


Por Por Titina Núñez.
Desde Médoc, Burdeos, Francia

Médoc, la región bordolesa que se desliza sobre la margen izquierda del estuario Gironda, es la cuna de los más grandes Cabernet Sauvignon del mundo. Allí, Crédit Agricole Groupe –cuarto banco a nivel mundial1– compró cinco prestigiosos châteaux, como inversiones patrimoniales, con el objetivo de mantener la tradición de cultura y refinamiento en vinos de estas notables propiedades. Fue un lujo visitarlos, casi un capricho apoyar la cabeza en una de sus almohadas y un placer probar sus vinos.

Un paseo por la ruta de los viñedos de Médoc, tiene mucho de ensueño: Margaux, la majestuosidad de su château homónimo y la arrobadora belleza de los jardines y canales de Kirwan. Apenas unos kilómetros más al norte –y siempre rodeados por doquier de viñas, algunos rosales y cruces medievales–, la opulencia de Lafite Rothschild, sus jardines y huertos; el poderío de los Mouton-Rothschild, custodiado por las efigies egipcias y la fulgurante estrella sobre el obelisco. Más allá, Latour, su clásica torre vigilando los imponentes viñedos y el culto del césped. En dirección norte y frente a la ondulada y angosta ruta, la exhuberancia de Cos d’Estournel. Grand-Puy Ducasse, Grand-Puy-Lacoste, Monrose, Meyney y las tierras de Margaux con sus vinos elegantes y de gran fineza, Saint-Julien, la perla de la región con sus tintos armoniosos y equilibrados, Pauillac y sus caldos potentes, perdurables, Saint-Estèphe, el viñedo jardín dueño de los vinos más carnosos y estructurados y las tierras de Médoc, apelación regional que toma el nombre de la gran región de Médoc, productora de los Cabernet Sauvignon más caros y reputados del planeta. En este lugar, Crédit Agricole invirtió en cinco châteaux de prestigio que, sumados a otro 1er Cru Classé de Sauternes –Rayne Vigneau– completan el conjunto de las seis propiedades adquiridas hace tres años como inversiones patrimoniales del Grupo. “Creemos que el vino es portador de cultura, de refinamiento, de intercambio y que participa de esta forma en la imagen de nuestro Grupo Crédit Agricole, sensible a estos valores y al afecto histórico que lo une a esta tierra”, declara Philippe Lefeuvre, presidente de CA Grands Crus, la empresa de Crédit Agricole que dirige este emprendimiento con la dirección general de Thierry Budin, la asesoría del célebre enólogo consultor Denis Dubourdieu y la dirección técnica del enólogo Bernard Monteau. El resultado son unos vinos magníficos que pronto llegarán a Uruguay, jerarquizando la cava propia que el prestigioso banco instaló en su Casa Matriz para agasajar a sus clientes más selectos.

Una historia de siete siglos

La historia de la mayoría de los châteaux bordoleses surgió entre los siglos XIV y XVIII cuando los hombres más acaudalados de Burdeos decidieron construir mansiones de veraneo en las afueras de la ciudad. Los más ricos negociantes y los más influyentes políticos de la época hicieron fortunas con estas inversiones ya que Médoc se convirtió –sobre todo después de la clasificación de 1855 (ver Placer Nro 17)–, en la tierra más codiciada y valorizada de la región. Con el desarrollo de la viticultura, el nombre château, se le antepuso a la denominación de cada propiedad, tuviera o no ésta una imponente castillo que la justificara. Es decir, más que al edificio, el término château designa a la propiedad vitivinícola. Luego, con el formidable ordenamiento territorial que tiene Burdeos, los productores se dedicaron al cultivo de las viñas más propicias según su emplazamiento. Se plantó mayoritariamente Merlot en St-Emilion y Pomerol, Semillón en Sauternes, Cabernet Sauvignon y Merlot en Graves y Cabernet Sauvignon en Médoc. Las DOC (Denominación de Origen Controlada), vigilan y garantizan que cada productor respetará no sólo el tipo de cepa que debe plantar según la región, sino también la graduación alcohólica de los vinos, la productividad y el manejo del viñedo entre otros requerimientos. En 1855, un grupo de comerciantes de vinos clasificó arbitrariamente estas propiedades que pasaron a llamarse primer, segundo, tercero, cuarto o quinto Grand Cru Classé, basándose principalmente en el precio de los vinos que producían. Excepto uno, todos estos vinos provenían de Médoc. Hoy, estas botellas alcanzan –según la propiedad--–, valores que oscilan entre los 20 mil y los 40 euros. La calidad también es disímil pero refiere, notoriamente, a tintos que califican entre los mejores del mundo.

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