por Chichila Irazábal
fotos Fernando Pena
Cuando en el año 2002 José
Shaw aterrizó en Montevideo
–en medio de la crisis económica
que el país atravesaba–
luego de seis años en Nueva
York, se propuso una empresa
modesta acorde con el momento.
Traía su cabeza tan
encendida como su cabellera
con la cocina que triunfaba
en la gran manzana –y que
The New York Times bautizó
pan-latin–, digna representante
de esa Babel moderna
en la que se funden todas las
razas, todos los sabores y aromas.
Es la cocina que nació
de la unión de elementos de
las distintas cocinas latinoamericanas,
principalmente de
las que no tenían un espacio
ya bien delimitado como la
mexicana o la cubana. Así nació
Bistró Latino, en principio
un pequeño bistró que
celebraba la experiencia neoyorquina;
actualmente –ya en
otro local, “ni bistró ni latino”,
Shaw dixit– un gran restaurante
con capacidad para
170 cubiertos en el que las
acertadas decoración e iluminación
siguen creando espacios íntimos.
Afirma que la buena cocina
es simple y que el secreto
está en los buenos productos
y el dominio de las técnicas.
Con la filosofía de no
cocinar nada que no le guste
y no mezclar más de tres o
cuatro gustos, ha arribado a
una cocina de depuración
de los sabores y presentaciones
minimalistas. Sencillos,
sin vueltas, de gustos logrados
y serena belleza, así son
los platos que preparó especialmente
para Placer.
Nota completa en Placer 15