Placer 15 / octubre / noviembre

 

 

La pasión en acción


Por Daniela Di Segni
Fotos: Armando Sartorotti

Es fácil descubrir el personaje detrás del chef internacionalmente reconocido y del empresario exitoso porque, con un instinto poco habitual, logra contestar las preguntas antes de que se las hagan. Casi no quedan dudas de que allí reside la clave del éxito.

Son las 5 de la tarde de un día sofocante en Buenos Aires. Dentro, el aire acondicionado, el clima suntuoso de La Bourgogne y el señorial ambiente del Alvear Palace Hotel en plena Recoleta contribuyen
a crear un ámbito casi teatral ajeno a la realidad de la calle.
Es la hora del té inglés pero Jean Paul Bondoux está en el final de su almuerzo y degusta un postre nuevo mientras Pascal Bernard, el gerente del restaurante, y dos de sus colaboradores escuchan
las modificaciones que propone. “Hay que poner más cerezas
y la copita de vodka va dentro del plato”, indica. Me ofrece probarlo y, sin esperar mi respuesta, manda preparar uno igual.
Acepto porque la carne es débil y hay tentaciones que no deben resistirse. Diez minutos después, frente a un delicado bavarois con
su copita de novedosa vodka francesa ubicada en el lugar exacto del plato, me doy cuenta de que está empezando la entrevista
más insólita y posiblemente menos periodística de mi vida. “No sé qué va a ser de esta nota”, pienso mientras se retiran los últimos
comensales extranjeros del salón contiguo, llegan otros a reservar para la noche y se van desencantados porque no quedan mesas disponibles.
Lo conozco desde hace años, tengo confianza con él y, sin embargo, tardo unos minutos en tomar conciencia de que estoy a punto de entrevistar a un torbellino, a la representación viva del moto perpetuo.
Me encuentro frente a un hombre de 57 años que por sus escasas canas parece tener menos de 50 y que despliega una cantidad de
energía y creatividad poco habitual aun en alguien mucho más joven. Un muchacho buen mozo, de mirada pícara y profunda, que comienza a hablar antes de que le pregunte. “Lo más importante es ser honesto con uno mismo –dice– porque el noventa por ciento de la gente es falsa, nadie conoce tu interior profundo. Toda mi vida hablé tal como pienso y eso puede provocar desastres. Por ejemplo,
cuando estoy con mi señora y le digo ‘¡qué linda esta chica!’, a mí me parece normal y a ella no le gusta. Es difícil mantenerse en este
camino pero es así. La vida pasa muy rápido. Hasta los 50 años es una cosa, después es otra, porque eres un viejo para los demás.
Sos un rebelde hasta los 50 y luego un viejo, es ridículo.
Te echan de una compañía a los 50 y te reemplazan por uno de 20 para pagar menos, esta sociedad es así. Yo querría tener el
conocimiento y la forma de pensar de los 50 con la salud y la energía de los 20. Aunque uno puede tener esa energía a los 60, a
los 70 y más. Es una cuestión de actitud. Me pasa a veces, como anoche, que tenía un dolor fuerte en una pierna y me sentía mal. Pero me levanté a la mañana con la energía enfocada en positivo y esa actitud pasa a la cabeza. Es así nomás, una cuestión
de actitud. Después, a mediodía vino una gente con la que hablamos de espiritualidad, de Buda, eso me gusta porque también
me transmite energía positiva.

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