Placer 10 / julio - agosto - setiembre 2005

 

 
 
El Puchero


por: Isabel Mazzucchelli
fotos: Pablo Bielli

El invierno trae el Puchero a la mesa, comida universal y completa, que reconforta, energiza y llena la casa de ese aroma de hogar que despierta recuerdos y abre el apetito.

Comida de cuartel: pirón con tumba" decía mi abuela Yaya, con un tono que tenía un matiz despectivo. Porque el Puchero era una comida casera bastante común, más sencilla entre semana -puchero de falda o de pecho- más lujosa los domingos, -con chorizo, morcilla o de gallina.
De hecho los españoles llaman puchero al recipiente donde preparan su famoso cocido. "Otra posibilidad es usar un solo puchero" (1), dice una clásica receta de cocido español haciendo referencia a la posibilidad de cocinar las verduras juntas o separadas de la carne y embutidos. "Incorporar el relleno al puchero" (2) narra una receta clásica de cocido refiriéndose a la bola de carne picada y condimentada que algunos agregan al tradicional cocido.

Hay tantas recetas de Puchero como gente que lo cocina. Cada uno le da su toque personal, aparte de las variaciones de carnes y vegetales que se integren. En mi memoria persisten los sublimes pucheros de gallina que hacía mi abuela Lina, en los que luego de la sopa de fideos chiquitos salían de la fuente los huevos sin terminar de cocerse, de un amarillo intenso y una textura suave, casi cremosa y al mismo tiempo firme. O el puchero de rabo, que desapareció de nuestras costumbres sustituido por la falda y otros cortes, y que ahora reaparece de vez en cuando.


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